lunes, 30 de agosto de 2010

CARTA NUMERO SIETE

Dulcinea del viento:
Quiero pedirte perdón, no fui capaz de proteger la casa de nuestros sueños, ese maldito vendaval destruyó la ventana y penetró los troncos, voló las palmeras y arrojó los corales de regreso al mar, perdona, tuve miedo, me inundó el pánico, se me desgarró la voz de tanta blasfemia declamada, no sé que más hacer, no entiendo nada de lo que pasa en estos días, el mundo se ha vuelto un espiral, mientras me alejo más de ti me infiltro en mi y soy mi peor enemigo, se que te hago falta, se que me extrañas aunque no lo digas, espero, sólo espero, no hablo, no miro, no lloro, sólo te imagino con un nudo en la garganta por no saber de mi, por no sentir mi cuerpo junto al tuyo, quizá alguien más ocupó mi lugar, quizá alguien más te dio las flores del otoño, quizá me miras en sus ojos, quizá me escuchas en su voz (...) quizá no.
Aún tuyo.

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