jueves, 2 de enero de 2020

COMO UNA ESPADA

Tras de ti, una temerosa cortina de cumulonimbus arcus que se detienen al saberte ahí
fuerte como una espada, profunda como un bosque, inquieta como el agua que cae de la montaña;
abierta de brazos, sumergida en la lontananza de tus pensamientos, detienes el nacer de la luna
tan neogótica que sin darte cuenta, eres romántica; tan perfecta que Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc no podría hacer algo más que contemplarte.

Las mejores historias comienzan cuando sale el sol, y quién hubiera creído que fuese así
quien sabe quien seas, quien sabe qué serías, quien sabe porque serás
y es tan poco lo que sé de ti, sólo tus nubes, tus gestos, los papeles picados sobre ti
y es tan poco lo que entiendo de ti, un rostro que pasa, una sombra que pasa y queda
y es tan poco lo que conozco de ti, tus brincos en la arena, las flores colgadas de tu cuello, el agua verde tras de tu cuerpo.

Danzas como una diosa sobre los frutos que los normales beberemos
y pienso en ti, y me imagino que dirán los árboles cuando caminas entre ellos
y veo tus ojos y advierto algo más, un amor de tántalo y azar, de néctar y ambrosía, de abismo y secretos divinos
y pienso en las vías que corren por tu diestra, en el tren que quizá pierda, en el vagón que probablemente nunca aborde
y veo tu sonrisa y advierto algo más, la osadía en tus labios, el jazz de tus risas y las comillas que congelan mi mirada

y estaré donde menos los esperes

y pienso en ti, y la noche pasa

y te tengo, y no.