viernes, 10 de abril de 2015

ORÁCULO

Soy tú peor pesadilla, tú contrapaso, tú infierno más oscuro; soy tú demonio más condenado, soy todo lo que no te atreves a decirte frente al espejo, lo que ocultas bajo las almohadas, el monstruo que vive bajo tú cama, los dedos tibios que hurgan bajo tú falda. Soy todos tus pecados, la navaja de dos filos que besas por la noche, la cruz de cabeza a la que te encomiendas, soy todas las voces que te susurran y te ordenan que te mates. Soy tú destino y en mis labios arderás toda la eternidad.

ISO 001

El amor es el mismo en Ámsterdam, Barcelona, Caracas, Guadalajara, aquí o en China; su prolija culpa, su terrible ocasión y su despojo no conoce de fronteras, no entiende de signos o estaciones, no sabe de rasgos o crepúsculos; el amor es el mismo sin importar el paisaje o el tiempo giratorio, el amor es el mismo sin importar el lenguaje de la excusa, el camino de la huida, la confección del almohadón; el amor es el mismo sin importar los horizontes o el color de la arena, no importa si el mar es azul o verde, si hay robles, cactus o palmeras; el amor es el mismo independientemente del tipo de tristeza, sin importar que brebaje uno se tome, sin importar a que dios uno se confiese; el amor es el mismo: pobres de nosotros, compartimos el mismo abismo.

IDA Y VUELTA

Quién hubiera creído que tú y yo nos arrojaríamos en el mismo silencio, en la misma suerte
que pospondríamos nuestro maleficio una o dos décadas más
que los dos nos despojaríamos inexorables de toda estación
y en la lúgubre penumbra nos encajaríamos cual puñalada nuestros infinitos rencores.
Nadie hubiera pensado que mi vieja cara de muerte y tu nueva cara de mujer hermosa
nos pondrían en la guardilla
siendo más traidores que nunca
más paranoicos que la vida
sin pronóstico de ocasión ni formalidad sospechosa
sin gestos o postigos de mares
sólo dos besos y un par de temores.
Nadie hubiera pensado que serías una más de esas tontas que van por las rosas y se dejan crecer las mariposas.
Nadie hubiera pensado que sería uno más de esos idiotas que piensan que pueden atrapar una estrella con una red para pescar.
Nadie hubiera jurado que los aguaceros te reparan,
nadie pensaría que los cigarros me consumen,
que nuestra coyuntura se derrama y apaga el eco del ocaso.
Pero henos aquí, durmiendo en el menguante, reposando en el biombo de las nubes y soñando una vez más
que ninguno de los dos se queda, que ninguno de los dos se va.

PUNTO Y COMA

Engaña a mis ojos, dime que me amas; enumera mi nostalgia, llora sobre éste cielo opaco; acércate, ven, háblale a mis manos con tus labios, dime mi nombre frente al espejo, acaríciame a susurros; deja caer de tú lengua la gota que derrame mi deseo, deja que tus pechos sean mi refugio, que tus piernas suaves y morenas claudiquen en mi cama; engáñame sordamente, dile a tú pasado que estás hecha para mi, que desaparezca, que te abandone de la misma forma que lo abandonaste a él, dile a tú futuro que tus manos están encadenadas a mis fobias, explícale a tú destino como dejó de ser el amo de tus sueños, hazle entender que ya no hay ruidos muertos ni parques amarillos, que ya jamás habrá nidos vacíos, que nuestro amor será como un almendro o roble o pino vivo en primavera; anda, engáñame, déjame escuchar tú silencio, permíteme dejar de creer en Dios, Él está lejos, tú estás aquí, del otro lado de mi cama, del otro lado de mi cielo; déjame pensar en el infierno, observar como su calor corre por mis venas, como su sangre nace sin demora en mis ojos, como esos fantasmas que lo habitan van encontrando paz añeja; ven, suicídate conmigo, arrimémonos al péndulo desnudo que nos penetra en la osada y eterna madrugada, toma mi mano, brinca al vacío de las dudas, al hoyo negro de nuestras pasiones, no te preocupes, a cualquiera de los dos le nacerán las alas; engáñame, por última vez dime con fuerza y dulzura que eres mía, que soy tuyo; miénteme igual que le mentías a él, dime también que los dos, despojados de todo miedo, seremos la utopía inexorable, el fin último de la vida, el sentido neutro del día y la noche; yo también te engañaré, te diré que el tiempo es aguja y mis manos seda fina, explicaré mil veces con mi voz quemada, que el alba nos hace gemir, que los cielos sin excusas penetran nuestras sábanas, que siempre estaremos tibios, intactos, sin ventanas de arena, sin oasis de fuga; te mentiré descaradamente para conseguir el tesoro que guarda tú pecado, te diré que te amo, de frente, sin lontananza, sin mansedumbre, me dirás que me amas, sin temblores ni maleza y los dos, sin estupor, sin sollozos y sin lamentos, nos engañaremos para tratar de engañar al más grande engaño de todos, la felicidad.

DOS ES IGUAL A UNO

No tengo nada más para decir; hoy, te fuiste, por segunda vez te fuiste. No diré que me abandonaste, mucho menos diré que el dolor se hace soportable con pastillas y alcohol. No puedo confesar que hoy, cómo aquella vez, lloré hasta quedarme dormido. No sabes lo que es estar sin ti, lo que cada madrugada me susurra al oído. Cada vez es más difícil, cada vez el dolor me deja una cicatriz más grande, cada vez se complica el seguir respirando. Pero alguien tiene que seguir saludando, alguien tiene que seguir diciendo lo que pocos dicen, alguien tiene que levantar la mano y atreverse. Es complejo, lo sé, pero aquí estoy, de nuevo sin ti, de nuevo pensando en el mañana que nunca llega, en el ayer que nunca se va. Por segunda vez te fuiste, por segunda vez me toca montar guardia, por segunda vez tengo que aprender a vivir sin ti. Espera, no es cierto; si quiero puedo colgarme de una lámpara o tirarme al vació, si quiero puedo beber veneno o clavarme un cuchillo. Eso es, ahí está la respuesta; ahora, si en verdad me quieres, tú serás quien me alcance.

ESPEJO ROTO

Seis ojos me miran, me penetran, me atacan; dos de ellos reconocen lo que estoy pensando, saben perfectamente que cuando me dejen de mirar, tomaré la navaja y me la pondré en el cuello, tiraré de ella y el borbollón de sangre antes calma, salpicará su sucia mirada doblegando así su cruel destino. 

El segundo par, duda aún si lo que ve es cierto; saben de alguna forma que la probabilidad está ahí, arrodillada, mansa, otrora; aún no puede definir si es una navaja o un prejuicio, un cuchillo o una añoranza; no pregunta, sólo decide mirar, juzgar, parpadear lentamente en espera del final. 

El último par, no puede ver nada, la luz se les apagó con el atardecer; parpadean mucho, no saben nada, no entienden nada, no creen nada, no piensan nada. Sí, hay seis ojos que me miran, todos son míos. El espejo roto, nunca miente.

MUGIDO NÚMERO 7

Hay gente que confunde el latido de su corazón con el ruido generado por una ola; piensan que su ir y venir arrastrará las impurezas de la costa del corazón naufragado. 
Que egoístas al pensar que su amor trabaja de la mano con la luna, que fútil resulta la palpitación transformada en piel y que innecesario es el silencio de unos labios al tocar la arena.

miércoles, 8 de abril de 2015

EL AMOR DURA 28 LÍNEAS

No te conozco pero siempre he soñado que abrazo tú cuerpo desnudo.
Quiero mirarte, hablarte y escucharte; conocer el mundo de tu mano.
Te busco, te encuentro, te busco, espero aunque no llegues.
Sueño que despierto sobre tú cuerpo desnudo.
No te lastimaré aunque mis caricias a veces rasguen.
Te amo.
La franqueza será el puente entre el abismo del quiero y el ocupo.
Todos a nuestro alrededor se enteran que somos el uno para el otro.
Soy capaz de poner entre tus cabellos mi silencio.
Seguimos así, abrazados, tiernos, vivos.
Tú sonrisa y no la forma de tú cuerpo es lo que me hace quererte.
Caminamos, contigo todo es un empedrado sin dirección, y me gusta.
Suspiramos, yo cuando no estas; tú cuando sueñas con mi llegada.
Eres diferente a todos desde que te amo.
Besos, mordidas, sol radiante; nunca sabremos de arrepentimiento.
Te has convertido en mi esperanza de vivir.
El mundo que llevas ha cambiado; no hay variable que no me contenga.
Es cómo si todo el tiempo hubiera estado soñando contigo.
Beso tus caderas, tú cuello, tu sexo; no quiero despertar.
Recuerdo la primera vez que unimos nuestras manos.
Ya no imaginas el mundo sin mi.
Te quiero, te quiero; entiende, a veces exagero.
Abrázame, abrázame porqué mi lucha diaria es dura.
¿Dónde está tú cuerpo? Acércate, tengo frío; tus dedos ya no arden.
No me reclames, no tengo la culpa de que no sepas manejar tú vida.
Ya no somos los de antes; no hay señales que nos salven ni caminos que nos regresen.

Hola, no te conozco pero siempre he soñado que abrazo tú cuerpo desnudo.

domingo, 5 de abril de 2015

QUE ALGUIEN MÁS

No hace falta que digas una mentira. Bien sabemos que no hay una última oportunidad de guardar nuestras sombras bajo la penumbra ni de canjear nuestros abrazos por gemidos. Entendemos que ya nos extraviamos, que éste enigma llegó para quedarse porqué la respuesta estaba en tus manos y las quitas, porqué estaba en mis ojos y los cierro. No hace falta que trate de convencerte. Sé bien que mis dedos ya son invierno; que algunas cosas no se callan cuando las borro ni otras aparecen cuando miro la luna. Últimamente ya no recuerdo el día en que nos empezamos a reír a destiempo, el instante en que deseamos que la última vez en realidad fuera la última. Sé que no recuerdas el momento en que aprendiste a no confundir coincidencia con casualidad, a dejar de sentir miedo cuando piensas en el futuro. No hace falta que te diga una blasfemia. Bien sabemos que probablemente lo más impactante sea todo eso que no te digo. Ese silencio de sabernos, de percibir que en medio de nuestras peores tormentas comulgamos con fantasmas que ni sabían nuestro nombre. Los dos, ahora, estamos con los bolsillo rotos, y el horizonte desgastado de tanto contemplarlo. No hace falta que tratemos de esconder que eres el mar violento que se adentra para volver imparable y, yo soy la espera y el peñasco donde rompes. ¿En dónde estamos, junto al río o al borde de la noche; en un pasado del que no quieres hablar o en el pedacito inerte de luz y quimera que es el hoy?

No hace falta. Te dejo libre. Cuando te conocí eras estrella y quien diablos me creo que soy para bajarte del cielo. No hace falta que te siga mintiendo, no hace falta que te escondas para sentir a otro. No, no hace falta nada de eso cuando lo que me faltó fue coraje y ganas. Esas si que menguaron cuando la primera nube se iluminó de negro. No hace falta que digas que también es tú culpa. No hace falta que declares que él te entregó algo más que su cuerpo. No hace falta que me enseñes los mensajes o las fotos o la canción que te escribió. Sé bien que ya es hora de que me vaya porque ya no hay señales que nos rescaten ni caminos que nos regresen. Insistir resulta necesario únicamente si es para recordar que no vale la pena nada que no sea correspondido.

Aquí dejo éstos versos en desorden en espera de sólo una cosa: que un día alguien los lea y en lugar de achaques y reproches, encuentre la respuesta a nuestro enigma y la haga suya, evitando así tener algún día que recordar un olvido que en verdad sea el último.