martes, 31 de agosto de 2010

CARTA NUMERO DIEZ

A quien no sé si exista:
Ésta será mi última carta, la tinta se agotó, mis fuerzas se acabaron y mi esperanza expiró, no sé si tú, extraña musa de las otras cartas podrás leer ésta, si es así, sólo hay un par de cosas más que debes de saber; antes de éste naufragio yo no tenía a nadie, nadie adoraba mi ser, nadie me esperaba en casa, nadie me amaba, nadie pensaba en mi, le escribí a la mujer que siempre quise tener, al ser inmaculado que llenaría mis noches, que rozaría mi piel con sus delicadas manos, que apaciguaría mis temores de soledad, nunca te conocí pero siempre te soñé, siempre te imaginé radiante y fértil, elocuente y hermosa, llena de vida y de muerte, tú fuiste la idea que me mantuvo vivo todo el tiempo, esa idea de felicidad que solo tienen los felices, que solo tienen los soñadores, jamás te veré en vivo, jamás besaré tus manos, jamás lavaré tus pies, nunca inquietaré tu sueño con mis besos, nunca morderé tu oído, nunca acomodaré tu cabeza en mi piel, quizá mañana muera, quizá mañana me recoja la marea, quizá mañana baje del cielo un ángel y me lleve al paraíso, eso mañana lo sabré, pero hoy, sí, hoy, tú tienes que saber que siempre te esperé, que siempre idealicé tu sonrisa, que siempre anhelé tu suspiro tibio, hoy, te escribo estos últimos versos con el final de mi aliento no para que sepas todo lo anterior, sino para que sepas que yo siempre fui tuyo hasta el día de hoy.
Ahora soy de lo desconocido y de ti.
Atentamente
Un náufrago del corazón.

CARTA NUMERO NUEVE

Ilegítima compañera:
No estoy bien, ya casi no como, antier me terminé los últimos cocos, hace meses que no veo un conejo, los peces me causan acidez pero ante la escasez me los devoro, una culebra me mordió la mano izquierda y aquel halcón peregrino no ha regresado más por aquí; me he quedado vacío y lloro hasta la madrugada, susurro aquella canción que nunca aprendí mientras pienso en ti, sintiendo que te alegra, sintiendo que me piensas, que me olvidas, que me encierras, tengo hambre, pero hambre de amor, de ese amor de ti que no es de ti porque ya es mío, extraño los escándalos de los tranvías, los ruidos de los pasos ajenos sobre el techo de mi casa, extraño a mi canario, extraño las estrellas solitarias, a la luna menguante, al vino amargo, extraño ese bálsamo de la frescura, a la leche fresca del sábado, te extraño a ti (...) sin recordarme más.
Amanecí tuyo sin ser de ti.

lunes, 30 de agosto de 2010

CARTA NUMERO OCHO

Remanso de alegría:
De ese respirar de la espuma que brota te escribo, de esas miles de horas sin sueño o sin mañana naciente, desde esas arenas que nadan entre noches distantes, te escribo con las manos cargadas de ideas, de pretensiones que vagan en torno a ti, te anhelo desde el reposo de la vela del naufragio que entra y sale con perdidas ganas de ondear; intento evocar tu rostro, recodar así, radiante, tierna, sola o quizá dormida, el humo de la pipa imantando tus rizos, te atisbo entre cangrejos que muerden mis ropajes, te conviertes en un punto más de éste encapotado horizonte que no cede un minuto de sosiego, te recuerdo en la promesa que jamás cumplí, cuanta falta te habré hecho, cuantos días me pensaste sonriente y feliz, cuantos besos dulces me dejaste de dar por no tenerme (...) cuantos te dejé de dar por no encontrarte.
Tuyo.

CARTA NUMERO SIETE

Dulcinea del viento:
Quiero pedirte perdón, no fui capaz de proteger la casa de nuestros sueños, ese maldito vendaval destruyó la ventana y penetró los troncos, voló las palmeras y arrojó los corales de regreso al mar, perdona, tuve miedo, me inundó el pánico, se me desgarró la voz de tanta blasfemia declamada, no sé que más hacer, no entiendo nada de lo que pasa en estos días, el mundo se ha vuelto un espiral, mientras me alejo más de ti me infiltro en mi y soy mi peor enemigo, se que te hago falta, se que me extrañas aunque no lo digas, espero, sólo espero, no hablo, no miro, no lloro, sólo te imagino con un nudo en la garganta por no saber de mi, por no sentir mi cuerpo junto al tuyo, quizá alguien más ocupó mi lugar, quizá alguien más te dio las flores del otoño, quizá me miras en sus ojos, quizá me escuchas en su voz (...) quizá no.
Aún tuyo.

CARTA NUMERO SEIS

Invocada de mi corazón:
Dos semanas me tomó construir la casa sin puertas y con una sola ventana, tendrías que verla, está más hermosa que cualquier palacio, tiene ramas de palmera, troncos de sauce marchito la soportan estoicamente, el interior lo decoré con un par de musgos y nueve corales que me arrojó la mar, la cortina es de hierba y las paredes tienen rayos perdidos de la luna, deberías verla, te encantaría por las mañanas cuando la ventisca bufa cargada de gotas saladas que se quedan como rocío entre las ramas y por las noches la sentirías a modo para escuchar el rechinido de las maderas que reposan sobre las rocas erosionadas, pero no estás aquí sentada en la arena para mirarla (...) ni para mirarme a mi.
Tuyo pero ya no tanto.

CARTA NUMERO CINCO

Ilusión de mi corazón:
Ya no pude contener más y te desnudé sin tregua, te rocé con la punta de mi lengua cada rincón perfecto de tu inmaculado ser, troté por el llano inerte de tu vientre, crucé las fronteras de tus manos, tracé con mis dedos lirios en tu espalda y me bebí la sal de tus redondos pechos, nos transformamos en un animal de dos caderas, de cuatro manos y de una sola mente, descifré tu mirada con mi ceguera y entre sustancias y cosas que no han llegado a ser conversamos largamente queriendo en un solo instante aprovechar los lapsos perdidos, los momentos estacionados en algún lugar que no se volverán a encontrar; cuando la brisa del mar entró en mis ojos (...) despertándome.
Más tuyo que nunca.

CARTA NUMERO CUATRO

Musa celestial:

Ayer me hubiera encantando que estuvieras acá, pasó un cometa por el cielo claro y estrellado, de su cola caían polvos mágicos que me alcoholizaron los ojos, nos vi columpiando entre palmeras, corriendo por jardines más hermosos que todas las primaveras, tomados de la mano, enganchados por los labios y embebidos por el amor, nos miré navegado sin vela, perfumando el céfiro con el sudor de nuestros pechos, alagando a la lámpara del cielo con los oídos cerrados; después el soplo huracanado me regresó a la realidad (...) si se le puede llamar así a esto.  

Sigo siendo tuyo.

CARTA NUMERO TRES

Ángel del paraíso:
Hace tiempo que no respondes a mis cartas, temo mucho que te hayas transformado en petirrojo y desaparecieras en el horizonte junto con la certeza de tenerte, tu silencio me incita a derramar las primeras lágrimas de la mañana que de vez en vez confundo con rocío, maldigo a mis pies por no correr tras el hallazgo de tu aroma que es como flor de febrero; hoy, tomé mi viejo cuaderno de garabatos y con la última tinta de la pluma hice el intento de recordarte entre papel, de plasmar el fuego de tus ojos, lo callado del movimiento de tus rizos o la ternura de tus pechos (...) ya casi no pude hacerlo.
Eterno y tuyo.

CARTA NUMERO DOS

Amada mía:
Cada vez falta menos para que tu sombra me dé la libertad y me ensarte hipnotizado en la funda de tu almohada, acordarme de ti me da fuerza para no morirme de vergüenza, acordarme de ti es mejor que perderme entre lo blanco y finito del cielo o en el vaivén de las olas que irrumpen y penetran las arenas sin volver jamás a tocarlas; hoy, miré a una gaviota que circundaba el espacio oculto entre las nubes y me rememoró a tu sonrisa perdida en las madrugadas cubiertas de rosas de castilla; tengo un apetito de tus dulces labios suaves (...) que solo imagino en el crepúsculo.
Eterno y tuyo.

BOTELLAS EN LA MAR

CARTA NUMERO UNO
Querida:
Paciente espero el día en que los vientos del norte me regresen a tus aposentos, ahora mato el tiempo mirando los arbustos marchitos, seduciendo a la luna para que me regrese tan solo un leve toque de tus dedos, imaginando tu sonrisa o bebiendo el agua caliente de un coco, teniendo delirios de imágenes desnudas que sobre mi piel cabalgan y aguardando el día en que encenderé la llama de tus ojos que nubla mi visión (...) amartillando mi pasión.
Eterno y tuyo.

jueves, 26 de agosto de 2010

A NADIE MAS

Oh si, llora corazón, llora, que nada te detenga para expiar tu dolor y seguir de frente,
seguir ese camino que siempre te llevará a ninguna parte y que no tendrá retorno,
retorna ahí corazón lastimero, a beber todas las nepentáceas que encuentres en tus áridos pasos,
a perder la vida que te atormenta, a malograr el sabor del aire entre las ramas,
enbriágate por tus lágrimas derramadas y derrumba tu embebido y lúgubre sollozo,
musita tu mejor melodía de arrepentimiento, crudo y ofuscado corazón,
divide en cien mil tus latidos antes de caer en las moribundas brasas del adiós,
encarece tu crujir del despecho venidero, anida en los dolores nunca antes jamás sentidos,
acalla tu pasión por lo infinito, escruta la frescura de tus tórridos suspiros,
en insondable fondo te hundirás y en escarpadas te protegerás,
sin asomos de renovar los bríos del amor vivirás, condenado a la negrura pasarás los eones,
enmudecido, envilecido, embrutecido, acezado y entelerido vagarás indistintamente,
más sin embargo lograras subsistir para mirar de nuevo el sol,
para fantasear con el dulce nepente que te arroje en el terciopelo de una nube,
o soñar con revestir tu forma de una cálida ternura que vierta amor entre tus huecos,
o simplemente tratarás de que tu endecha no lastime a nadie más.



lunes, 23 de agosto de 2010

ENSAYO ESCRITO EN LA MESA DE UN CAFE

A quien no le gustaría construir una máquina del tiempo, de esas que con solo apretar un botón nos hiciera regresar a nuestros gloriosos cinco años, a nuestra inocencia cultivada por los tímidos esfuerzos de padres que nunca en ningún lugar aprendieron a hacerlo, regresar a esas mañanas calurosas de verano en las que el día parecía más largo y lo disfrutaríamos corriendo en los altos pastos o simplemente tirados de bruces al cielo, nos atragantábamos de helados de crema y agua, de dulces que nos pican las muelas y llenar nuestro cerebro de caricaturas muchas veces sin sentido, oh si!, dudo que alguien no quiera regresar a la magnificencia de los cinco años, aunque hay que decir que también tiene sus lados negros, el dormir temprano, el no poder ver películas que los papás miran atentamente y que hablan sobre vampiros ultraterrenos u hombres lobo que comen carne cruda y beben sangre, o las películas románticas en dónde siempre se hace el amor tan deliciosamente que hasta se antoja, el no poder ir solo a ningún lado, el responder preguntas que no entendemos pero que salvan nuestro futuro, oh si!, cuánto daría por regresar ahí, muchas dirán que estoy loco, que eso quizá nunca será posible, pero yo les preguntaría si nunca han tenido ganas de dejar lo que son, lo que nunca fueron y regresar a lo que siempre fue, creo que mientras crecemos vamos perdiendo la magia que habita en nosotros, vamos perdiendo la ilusión de creer en un sueño, de cuestionarnos sobre el universo que nos rodea, referente a las ideas que a diario ahogamos entre simulación y mentiras, antes nos importaba un bledo la política y la economía, nos entreteníamos mirando como el sol alumbraba a sólo dos patas de la mesa del comedor, o como en las nubes se formaba un oso, una boca, un elefante, el subir y bajar de los juegos del parque, las palabras chistosas que no entendíamos y que nos causaba un risa fugaz y nos obligaba a preguntar su significado y a veces esa explicación se volvía plausible a los pocos días, a veces me pregunto cómo es posible que siendo seres humanos perdamos el instinto de la duda y el asombro que emanaba de nosotros unos pocos años antes, ahora sólo se nos conjuga el desaire y el olvido, el desinterés y el desazón, se nos olvida el encantamiento que teníamos por acostarnos en el suelo o las ganas de saber que el mañana no será igual que el ayer, que nuestros pasos eran la mejor dirección posible en un camino desconocido, ahora sólo nos marchamos sin querer mirar la senda que cruza por aquí, perdemos lo mejor de la vida por esperar lo mejor sin saber que es realmente ese mejor que nunca llega, no entiendo porque nos obligamos a siempre continuar, a tener prisa sin saber a donde tenemos que ir, no entendemos que el mundo tiene tanto que no hemos visto, que tiene más sonrisas que ofrecernos que malos días, hay que regresar a ser víctimas del impulso de nuestro corazón, de esas ganas locas de hacer y deshacer, tener de nuevo frente a los ojos esa lontananza de nuestra gloriosa niñez, permitirle a la nostalgia que nos invada el cuerpo, que nos sobrepase el instinto de vivir, dejar de lado a la calamidad y recobrar la dirección que nos permita cumplir nuestros sueños, se que no soy nadie para decir esto, para que siquiera le pongan atención a este ensayo construido al calor de un espresso y una pipa cargada de tabaco, simplemente los quería incitar a regresar a ese lugar en donde siempre se sentía una especie de felicidad sincera, en donde no se extraviaban nuestros ojos y nuestras palabras era simples y directas, en donde muchas veces encontramos diversidad de maneras y no sólo un camino como lo hacemos hoy, insisto en regresar a ese extremo, al de soñar, al de amar sin prejuicios y dogmas, en donde nuestros temores eran simples cuentos de fantasmas en el clóset y nuestra cabeza vagaba en tantos lados y nuestro pequeño corazón nos alcanzaba para sentirlo todo, vivo con la esperanza de que ese niño de cinco años aparezca de nuevo como una sola cara en nuestro rostro y nos regrese esa esperanza loca de seguir descubriendo algo nuevo cada día.

domingo, 22 de agosto de 2010

PERSONALIDAD MULTIPLE

Uno no es uno sin ser más de lo que se pretende ser,
a veces somos faroles de calleja que los paseantes miran,
estamos ahí, sólo entre solos, arraigados en un cemento sucio,
prendidos, achispando la oscuridad de los martirios,
otras veces  del cielo somos tambaleante nube blanca,
que se marcha, lento, rápido, pausadamente se comprime en el horizonte,
de vez en cuándo también somos luna,
llena, nueva o menguante, dependiendo de la posición de la posesión que nos da alegría,
algunos días vírgenes somos montaña nevada,
esa cellisca de dudas que nos cubre repetida y repentinamente,
ese miedo apretado que corre como viento y luego desaparece en la boca de un dios,
en distintos días somos como pájaro,
libres, cantores, ocultos y entregados,
y una que otra fecha somos como muertos,
tirados ahí, muertos y solos y más muertos,
descompuestos, podridos, vestidos de muerte,
abandonados, aprendidos, olvidados,
simples, enamorados, inmóviles,
y en días como hoy,
sólo somos lo que siempre somos sin dejar de ser lo que ya no somos.

sábado, 14 de agosto de 2010

SIN AMOR

Amor, te amo así, sin amor,
así sin amor, me miro y me despojo,
me despojo entonces de la certeza de este amor,
este amor, que me obliga a morir apenas y sin penas,
sin penas, lo veo todo abierto y callo y duermo,
y duermo, nunca encontrando entre sueños tus besos,
tus besos, esos que no salvan este amor ahogado,
ahogado así, entre tus risas y mis llantos y la soledad de la resignación,
resignación así, como la de las viudas que no aprenden una canción de vida,
de vida así, cómo la mía que no era tuya sin ser ya de la gente,
esa gente, que te embroca en un céfiro apretado,
apretado así, cómo mi corazón deshecho en tus manos,
tus manos, esas que hablan con roces y se pierden en los labios,
los labios, esos que se olvidan igual que un dolor de corazón de niño,
niño, soy niño, cada vez que te doy el globo de plata que miras milagrosamente,
milagrosamente, te aproximas a mí y me pesas en la balanza de tus antojos,
antojos, eso en que perpetuamente naufraga mi mortal nostalgia de ti,
de ti, amor que ya no es de ti sino del lugar preciso en el que te quise,
te quise, es verdad, pero ya estás muerta en el temblor de los arroyos,
los arroyos, los pájaros del valle, la cortina de niebla que tumba tus ojos,
tus ojos, esos que me dicen que ya no estás hecha para mí,
para mí, ya eres ajena, es probable que ya no te piense más amor,
amor, te amo así, sin amor.

lunes, 9 de agosto de 2010

PLAZA DE LA SOLIDARIDAD

Flanqueada por Diego Rivera y el Ritz te encuentras,
con tus seis faroles fundidos,
tu fuente de tres cascadas inquieta la perezosa y tosca agua verde,
estoicamente custodiada estás por enanos helechos y tibios pinos,
los de antes que son como yo te nombraron "Plaza de la Solidaridad",
pero en ese momento junto a ella no fuiste solidaria con mi pequeño discurso de amor,
tu agua no salpicó su corazón para que muriera el hielo que lo enjauló,
ni esos tus faroles se encendieron cual sol de tres de la tarde para alumbrarle el camino,
en una de tus crueles bancas, esas de color verde muerto que están habitadas por trasnochadores con periódico de almohada  o ebrios de dudas por su tristeza inmaculada,
en una de esas ella me abandonó,
-"Plaza de la Solidaridad"; eres maliciosa, turbia y negra con mi amor-,
-"Plaza de la Solidaridad"; apaga tus borbollonees de agua cruda, déjame beber tú resplandor-,
-"Plaza de la Solidaridad"; apoya a mi amor deteniendo sus pasos, guardando sus gestos y conservando su olor-,
-"Plaza de la Solidaridad"; triste y engañoso nombre tienes-,
deberías llamarte "Plaza del maldito adiós".