martes, 31 de mayo de 2011

VENTA DE GARAGE

Si el amor no fuera moneda de cambio,
si las distancias no crearan agujeros invisibles en el pantalón,
si creer fuera más barato,
y el tiempo que perdemos no nos guardará el traje del gran perdedor,
podríamos comprar un equilibrio para qué el frío no nos lastimara los tobillos,
o un par de zapatos de cemento para caminar por las junglas de la fe,
dejaríamos olvidadas en algún baúl las camisas de rayas qué cómo mapas nos marcaron la piel
para comenzar a vender lo qué nos falta y gastar lo qué nos sobra.

Deberíamos quemarnos los ojos con los lentes de fondo de botella,
pelear con todos por defender lo que extrañamos,
atesorar el aburrimiento qué nos provoca el entendimiento,
no permitir que se roben nuestra infancia,
y remendar los silencios con almas de perlas,
no deberíamos vender o dibujar o recordar las imágenes de la noche anterior,
no deberíamos volver a casa con dinero ganado en cualquier venta de garage,
no deberíamos abaratar nuestra estrella,
ni rebajar nuestra vida por un par más de centavos de amor,
pero si deberíamos buscar el momento para pensar,
para gozar del minuto o diez antes de contar lo inevitable,
no deberíamos apoquinar las sonrisas,
ni ponerle una residencia alterna a las ilusiones,
no deberíamos abrir la puerta de nuestro ser y colocar en mesitas para café un brazo,
un ojo, la mano, el puño, las lágrimas, nuestros sueños,
deberíamos dejar de ser una mercancía más para éste saturado mercado de ventas de garage.