jueves, 7 de julio de 2016

ODA PARA LOS AMANTES

Abandónalo poco a poco, sin rompimientos exagerados, sin melodramas, sin llantos; dile que todos los viernes tienes junta, que a tú amiga la rubia, le dan después de la cinco, espasmos; dile que tus migrañas están peores, que el dentista abre tarde, que los fines de semana, son comidas familiares; abandónalo, gana poco a poco el terreno de su insomnio, arráncale sin aspavientos sus sueños, sus nostalgias, hazte dueña de sus miedos y sus cantos.

Mientras ejecutas ésto con maquiavelismo, yo iré ganándome levemente tus besos, el roce de tus manos, tú mirada incandescente, te recogeré cuando llueva, nos encontraremos en lugares extraños, donde nadie reconozca tú maldad y la mía; nos haremos el amor despacio, suave, parsimoniosamente y mientras sudamos, cada gota derramada sobre las blancas sábanas nos dirá que hacemos bien, que nos amamos, que no es nuestra culpa tener que engañarlos; en las primeras veces, recordaremos: tú a él, yo a ella, nos veremos desnudos y sabremos que nuestros cuerpos están hechos a la medida y que mientras eran usados por otros, sufrían brutales marcas, infinitas cicatrices.

Anda, abandónalo, no lo pienses más; si no lo haces, perderemos la frescura, se nos terminará el encanto. Anda, abandónalo, te compraré mil rosas, te mandaré palomas y te diré que si te amo. Anda, que yo también la abandonaré, le diré que aunque es dulzura al tacto, mi corazón se fue con tú aroma y tú canto. Anda, convéncete, llámalo, y dile que descubriste que no son el uno para el otro, que no quieres matrimonio, que su familia no es un encanto. 

Anda, ven conmigo, ya es hora de hacer el amor en aquel hotel barato.