martes, 30 de junio de 2009

TELEGRAMA

El cielo estaba cargado de un color humo,
en donde las ramas verdes y las flores moradas del jardín frente a mi no se mueven, en donde la absorta frustración que esta en mi no pierde la atención sobre los diagramas del taciturno arrepentimiento, ahí estoy yo, con la mirada en cualquier lugar, con los dedos torpes por el sudor, encontrando el final de la cicatriz de mi mano que me recuerda el estrecho camino de la importunidad menguante, me miro en el espejo y no hay nada, ni el saco redondo de huesos que tenia sobre mis hombros, pienso sin imágenes, recuerdo sin palabras; tu nombre sin nombre pero con mucho sentido y poca causa; el mío que perdido en el tiempo esta, miro a los ojos de alguien que mira, que escucha, que ríe y murmura, yo no tengo el valor de sonreír, no por el amarrillento color de mis dientes si no por la cautela de mis felicidades, y mientras yo dejo de ser hombre y me opaco en el transcurrir de los minutos mientras espero el telegrama de tus grandezas, el viento me arroja a los brazos del frió y a la garganta de tu olvido.

DETENTE

Y tu mundo no deja de rodar,
no para ni para pestañear un desdén,
no fuerzas la mirada, no dejas un susurro al viento,
no mueves las manos al jacarandoso ritmo arbolar,
no te detienes, te mueves, giras, sucumbes,
flotas, trotas y corres cual andariega sin camino,
reprochas, tomas, no das,
pides, reclamas y gritas,
me paras, me dejas, me olvidas,
me detengo, te miro, te tengo,
anhelo el solo movimiento de tus labios,
me destrona el aroma de tus cabellos negros,
ahí estoy, otra vez, dejando que tu mundo se clave en el mio,
dándote las fuerzas, quitandome mis sueños,
pidiendo a bocanadas un leve respiro,
pero esto no pasa, no me das ni una pausa en tu sesgante parpadear
y esto es por que tu mundo no deja de girar.

viernes, 26 de junio de 2009

QUE NADA INTERRUMPA TU SUEÑO

Qué nada interrumpa tu sueño ángel nocturno,
qué mis sollozas lágrimas no te despierten de tu letargo,
qué la desesperación que abarrota mi mente te logre arrullar como golondrina en el amanecer,
qué mis lamentos no le cierren el paso a tus imagenes triunfantes,
qué mi rincón del tormento no desgarre tus sábanas de satín y algodón,
no tengo alas, no las puedo curar, no logro poder volar,
ojalá que la almohada en la que reposa tu mejilla te bese con ternura inmaculada,
ya no digas más, que tus risas taciturnas te iluminen el camino,
dónde el lugar en que te enamoraste de ti estando yo no te golpee con furia de huracán,
me has robado todo, corre, coje tu vestido gris pálido como mi rostro,
que el viento de tus sueños y tu realidad no sospeche que lloras,
que nada abata tu mortal cansancio,
que mi vida se muere con el amanecer,
y ojalá amor mío, que nada nunca interrumpa tu sueño.

sábado, 6 de junio de 2009

HACERLO COMO TU

Yo no tuve el valor de hacer las cosas como las hiciste tú,
ahogar mi pesadumbres entre sabanas de algodón y bebidas embriagantes,
entre caretas de dulzura y melancolías añejas,
no tuve el valor de ahogar en el río de la ocupación todo el dolor que la traición me provocó,
me paralicé cuál ave en vuelo por el frió del invierno que tu indiferencia causó,
lloraré por la ausencia de esas risas matutinas que hacían arder mi sangre,
anhelare sus labios cada 8 del mes, sus sueños sepulcrales en los que un día morí,
sé que tu harás todo lo contrario de lo que yo estoy haciendo,
sé que nunca lo verás,
se que nunca lo pensarás,
se que nunca lucharas contra Morfeo por un par de horas de tranquilo descanso,
se que tu no comerás el bendito alimento una sola ves al día por que todo te sabe a tierra mojada,
nunca lo anhelarás,
nunca lo sentirás correr como corcel en tus venas,
nunca temblaras con el recuerdo de las ultimas palabras dichas y no dichas,
tú, que solo vives para la rumba del fin de semana,
tú, que solo esperas lo mejor del cielo entre tus manos,
tú, que mientes a los ojos y hablas a la espalda,
tú, que solo me hiciste sentir el cielo y luego la súbita caída al infierno,
yo, que no pude soportar cuál roble en el jardín de los desprecios,
yo, que me perdí en el desierto de la soledad,
yo, que escondo mis lágrimas entre dichas pasajeras y minutos lisonjeros,
yo, que estoy al lado de la almohada de las tentaciones y las cobijas del desdén,
nosotros, palabra que jamás entrará ya en nuestro léxico,
nosotros, los que ya nunca contemplarán el amanecer entre los tibios brazos del otro,
nosotros, los que nos dejamos comer por el odio y el rencor del paso del tiempo,
ustedes, los que ahora corren del brazo para abordar el marchito autobús,
ustedes, los que con animo celebran su encuentro taciturno,
ustedes, los que se ríen de las penas propias y ajenas,
él, quien te robo de mis ojos,
él, quien supo entregarte todas las rosas del otoño,
él, solo él es el culpable de mi encierro nocturno y el velorio de mis emociones,
ellos, los que están ahí afuera para cubrir mi espalda de los embates de la frustración,
ellos, los que te felicitan por tu deshonra y tu desprecio incauto,
ellos, los que esperan que salga de la tumba donde yo solo me encerré,
ellos, aquellos que están atentos a la más mínima señal de flaqueza para herirme de nuevo,
todos son lo que un día fui,
todos son los que un día perseguí,
y ahora no hay nadie para seguir este maltrecho rumbo.