sábado, 29 de julio de 2017

¿POR QUÉ NO PUEDO ENAMORARME DE TI?

...Quizá por las flores que quise darte y no pude; quizá porque fueron otros brazos y manos las que te rodeaban cuando por casualidad pasaba por ahí...

Supongo que si se han enamorado de ti. En silencio cómo se hace la luz dentro del ojo. No lo sé pero a lo mejor, si se han enamorado de ti. De tú misterio, de tu fácil y riguroso aroma. Eres ese destino que penetra la piel de Dios, el aire movido en cada célula.
Supongo que alguien, quizá, se ha enamorado de ti. A los tumbos cómo el tren que está por descarrilarse. No lo sé, pero pienso, que si se han enamorado de ti. De tus lágrimas de vida, de tú sepulcral mirada. Eres esa niña pequeña que se columpia entre las grietas del amor, el agua dulce de una luna triste.
Supongo que si se han enamorado de ti. Con los dedos tibios y los ojos apretados. No lo sé, pero creo que si se han enamorado de ti. De tu cabello negro cómo cielo nublado. Se habrán enamorado de tu bálsamo de tristeza, ese que untas con la balanza de tus labios. De tu mapa sin rumbo. De los infiernos que coleccionas y muestras orgullosa.

Imperfecta
mortal
azarosa


Supongo que si se han enamorado de ti. De tu muerte en pequeñas dosis. No lo sé, pero a lo mejor si se han enamorado de ti. De la preñes de tu sonrisa. De los ángeles que recogen todos los días tu cabeza al dormirte. De la mansedumbre intocable de tu niebla. De tu alma que es cortina de cielos de medio día.
Se han enamorado de ti. Estoy seguro. De tus últimas flores, de tu paso de la muerte, del cruce de tus piernas que no es puente, de tu voz que se multiplica en el eco de la noche. Sí, lo sé, se han enamorado de ti. De tus ganas de creer.

Tersa
dañina


Supongo que si se han enamorado de ti. De tu tercer ojo, de tu manera de buscar el cuarto pie. No lo sé, pero puede que se hayan enamorado de ti. De tu libertad de corcel, de tu alzada timidez. De tu egoísmo rocinante, de tu confusión entre diestra y siniestra. De tu engaño disfrazado.

Malicia con delicadeza

Supongo que me enamoré de ti. De tus monosílabos adormecidos, de tus miradas esquivas, de tus acortados minutos. De tus buitres que bailan su danza de muerte sobre mis ojos. De tu sed de venganza, de tus ganas de sepultarme los latidos. De los poemas que me hablan por la noche y que he roto. De tu pasivo abandono, de la mortal desazón.

¿Por qué no puedo enamorarme de ti?
Porqué ya lo estaba,
porqué nunca lo viste.


Peligrosa cómo sólo tú
estúpido cómo sólo yo.

domingo, 14 de mayo de 2017

ADMINISTRACIÓN CORRIENTE

Lo que necesito es morirme, enviarle a mis amigos partes de mi cuerpo en sobres lacrados; una mano para ella, la rodilla para él, mis ojos para ti; así podrás saber de qué color te veía: rosa, verde y cuando estabas enferma, amarilla; sabrías de primera mano mi preferencia por tú sonrisa y el café, entenderías quizá, porqué esperé años tú regreso sostenido sólo por el sabor de tú último beso; al fin sabrías porqué incendié las cortinas o saboteé mi doble titulación en Madrid; verías que la fiereza era ternura diluida, que las ojeras eran más de abismos que de sueños, que la cicatriz en mi mano sólo era otra marca del diablo. 
Lo que necesito es morirme, repartir todos mis bienes entre mis amigos; el quijote de sobre el escritorio para él, mi computadora para ella, los cajones de mi cama para ti; así podrás saber exactamente en dónde y con quién te guardaba: Harold Koontz y los esposos Gilbreth guardaban tu proporción; Taylor, Kotler y Vasconcelos detrás de ellos, custodiaban los doscientos papelitos que te escribí de amor; un libro de poemas de Juan Gelman, el hombre duplicado de Saramago y la tercera ola de Toffler apocaban mi mejor versión de un poema de amor. 
Lo que necesito es morirme, reencarnar y volver a morir: así toda ésta estupidez que escribo sobre la Administración, el amor y tú, serían el invento perfecto de algún loco sin prescripción médica.

domingo, 7 de mayo de 2017

NO PRONUNCIES MI NOMBRE

No pronuncies mi nombre
estoy lleno de sombras, deseos y una maldición
no te atrevas a nombrarme frente al mar entre rocas, bajo un árbol añoso o un sol palidecido
no te apiades de mi ni reces ni me guardes en tu solitaria lontananza
no deslices tus manos por mi cuello de alabastro ni roces mis oídos con tus pies de mármol
estoy lleno de futuros de oscura maleza, de culpas y disculpas.

No pronuncies mi nombre
estoy lleno de una noche que se me desborda por la mirada y mis brazos están tan vacíos
no te atrevas a lamentarme con nostalgia al unísono del rocío, al contemplar una nube o la fragilidad del horizonte
no te ampares en el arrepentimiento de los verdugos ni en el hecatombe de esperanzas ni en las nostalgias del aire nocturno
no arrastres tus mejillas en mi espalda de marfil ni untes tu germen de alegría por mi pecho
estoy cargado de hojas secas, de confines de angustia y nieve.

No pronuncies mi nombre
estoy lleno de idas y venidas, de pobres dudas y temores
no te atrevas a esconderme en el biombo de nubes, en los profesores o en los jazmines del río
no creas en mi ni hagas o rehagas nuestros pasos porque la suerte no era mucha
no palpes mis dedos de telón con tus labios de seda ni cocines mi alma con tu hambruna de olivo
estoy colmado de vaivenes, de ángeles enemigos y olvidos.

No pronuncies mi nombre
no sea que sufra tu sangre el desprecio por generaciones
se sequen tus tierras y se pierdan tus sueños.

No pronuncies mi nombre
no vaya a ser que en una de esas, te enamores.