viernes, 10 de abril de 2015

PUNTO Y COMA

Engaña a mis ojos, dime que me amas; enumera mi nostalgia, llora sobre éste cielo opaco; acércate, ven, háblale a mis manos con tus labios, dime mi nombre frente al espejo, acaríciame a susurros; deja caer de tú lengua la gota que derrame mi deseo, deja que tus pechos sean mi refugio, que tus piernas suaves y morenas claudiquen en mi cama; engáñame sordamente, dile a tú pasado que estás hecha para mi, que desaparezca, que te abandone de la misma forma que lo abandonaste a él, dile a tú futuro que tus manos están encadenadas a mis fobias, explícale a tú destino como dejó de ser el amo de tus sueños, hazle entender que ya no hay ruidos muertos ni parques amarillos, que ya jamás habrá nidos vacíos, que nuestro amor será como un almendro o roble o pino vivo en primavera; anda, engáñame, déjame escuchar tú silencio, permíteme dejar de creer en Dios, Él está lejos, tú estás aquí, del otro lado de mi cama, del otro lado de mi cielo; déjame pensar en el infierno, observar como su calor corre por mis venas, como su sangre nace sin demora en mis ojos, como esos fantasmas que lo habitan van encontrando paz añeja; ven, suicídate conmigo, arrimémonos al péndulo desnudo que nos penetra en la osada y eterna madrugada, toma mi mano, brinca al vacío de las dudas, al hoyo negro de nuestras pasiones, no te preocupes, a cualquiera de los dos le nacerán las alas; engáñame, por última vez dime con fuerza y dulzura que eres mía, que soy tuyo; miénteme igual que le mentías a él, dime también que los dos, despojados de todo miedo, seremos la utopía inexorable, el fin último de la vida, el sentido neutro del día y la noche; yo también te engañaré, te diré que el tiempo es aguja y mis manos seda fina, explicaré mil veces con mi voz quemada, que el alba nos hace gemir, que los cielos sin excusas penetran nuestras sábanas, que siempre estaremos tibios, intactos, sin ventanas de arena, sin oasis de fuga; te mentiré descaradamente para conseguir el tesoro que guarda tú pecado, te diré que te amo, de frente, sin lontananza, sin mansedumbre, me dirás que me amas, sin temblores ni maleza y los dos, sin estupor, sin sollozos y sin lamentos, nos engañaremos para tratar de engañar al más grande engaño de todos, la felicidad.

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