viernes, 10 de abril de 2015

ESPEJO ROTO

Seis ojos me miran, me penetran, me atacan; dos de ellos reconocen lo que estoy pensando, saben perfectamente que cuando me dejen de mirar, tomaré la navaja y me la pondré en el cuello, tiraré de ella y el borbollón de sangre antes calma, salpicará su sucia mirada doblegando así su cruel destino. 

El segundo par, duda aún si lo que ve es cierto; saben de alguna forma que la probabilidad está ahí, arrodillada, mansa, otrora; aún no puede definir si es una navaja o un prejuicio, un cuchillo o una añoranza; no pregunta, sólo decide mirar, juzgar, parpadear lentamente en espera del final. 

El último par, no puede ver nada, la luz se les apagó con el atardecer; parpadean mucho, no saben nada, no entienden nada, no creen nada, no piensan nada. Sí, hay seis ojos que me miran, todos son míos. El espejo roto, nunca miente.

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