Sueño que no sueño que te sueño
queriendo ser manco para no tocarte,
imaginarte, desearte,
y ciego para poder mirarte
perderte en la brisa, y volverte a ver,
mientras perfumas con ahínco tu aliento
que se vuelve mi improbabilidad.
Oigo lo que no oigo
y en tu cabellera imantada
se pierde el humo del cigarro que te acaricia,
que no te toca, que se pierde,
como mano vieja sin arrugas,
que no se olvida pero que se mueve
con rítmico espanto, con suave buenaventura.
Una convalecencia cae sobre mis besos
en la inmóvil planicie de tu espalda
mientras derramo mis suspiros
y busco lo que se ha ido y pienso en lo que será
gritando tu nombre en silencio, en soledad,
recordando conversaciones que olvido y que revivo
hoy,
que se asoma la noche,
que se ríe y que se va.
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