Olvido el instante que recuerdo
para llegar al nuevo instante con sorpresa
algo que busca, algo que no encuentra
fácil desencanto que me penetra
descubro en la rama del árbol
en la ciudad, en el agua sin camino
el aire movido por tu silencio
entregándome, llorando, yendo,
insaciablemente solo, solo,
parecido a la hidra que no envenena
flotando sobre diablos y dioses
con hambre, con perpetuidad,
jugando a tatuar el aire
a coger el humo
a cantar la fugaz vida
y solo soy manco, cojo y ciego
trabajosamente alcanzo a respirar
desde el balcón
en la ventana donde las golondrinas reposan
pensando, solo pensando,
trazando líneas con el humo del cigarro
y este cielo oscuro, con estrellas miedosas
se perfuma de tu aroma
y se pierde junto con tu encanto.
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