Los tengo junto a mí en el mercado,
en el bus, en el cine y en la yerba,
con las manos apretadas y los ojos vendados
temblando por miradas,
que mueven, que enseñan,
ofreciendo lo que no tienen
creyendo anticipadamente
uno, otro, solos, acompañados,
he visto como se pierden en patios viejos,
en aceras rotas les crecen raíces
con faroles incandescentes por ceniza
en los teatros buscando una sátira impropia
adivinando el goce del floral de a lado
sellándose con los labios
abriéndose con la cólera
untándose el bálsamo de la individualidad
pero siempre juntos,
como moneda de miel y cielo.
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