domingo, 14 de mayo de 2017

ADMINISTRACIÓN CORRIENTE

Lo que necesito es morirme, enviarle a mis amigos partes de mi cuerpo en sobres lacrados; una mano para ella, la rodilla para él, mis ojos para ti; así podrás saber de qué color te veía: rosa, verde y cuando estabas enferma, amarilla; sabrías de primera mano mi preferencia por tú sonrisa y el café, entenderías quizá, porqué esperé años tú regreso sostenido sólo por el sabor de tú último beso; al fin sabrías porqué incendié las cortinas o saboteé mi doble titulación en Madrid; verías que la fiereza era ternura diluida, que las ojeras eran más de abismos que de sueños, que la cicatriz en mi mano sólo era otra marca del diablo. 
Lo que necesito es morirme, repartir todos mis bienes entre mis amigos; el quijote de sobre el escritorio para él, mi computadora para ella, los cajones de mi cama para ti; así podrás saber exactamente en dónde y con quién te guardaba: Harold Koontz y los esposos Gilbreth guardaban tu proporción; Taylor, Kotler y Vasconcelos detrás de ellos, custodiaban los doscientos papelitos que te escribí de amor; un libro de poemas de Juan Gelman, el hombre duplicado de Saramago y la tercera ola de Toffler apocaban mi mejor versión de un poema de amor. 
Lo que necesito es morirme, reencarnar y volver a morir: así toda ésta estupidez que escribo sobre la Administración, el amor y tú, serían el invento perfecto de algún loco sin prescripción médica.

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