¿En realidad estamos solos?, vaya pregunta -pensó él en
voz baja-, le tomó un momento guardarse en la distancia y preguntarse de nuevo,
¿en realidad estamos solos?, ¿será posible que nos hayan lanzando tan
bruscamente al mundo, que digo al mundo, a ésta realidad tan endeble que un
simple cuestionamiento al calor de la nostalgia puede derrumbar la puesta de
sol o la conjugación del cielo al mirar las estrellas?; si -pensó de nuevo él-
si estamos solos, de no ser así por qué sentimos la necesidad de abandonar la
locura y caer en el letargo del sentido común, un común que es solitario cuando
se siente que no es de uno; vaya, vaya, que solitario y abrumador es el
espectro en el espejo -caviló mientras miraba sus únicas dos manos-, que
inocencia perdida cuando se tiene tanto lugar a dónde ir pero tan pocas ganas
de quedarse, que inmundo es el aroma de la sombra que se va farfullando con la
luz -lo decía para si mismo al tiempo que encendía un cigarro-; ¿en realidad no
estamos tan solos como se piensa, por qué, qué es en si la soledad sino el
deseo de no estar solo?, la soledad -pensó para si mismo- es un deseo, una
ambición, un camino o una meta, son las ganas muertas de sentir un deseo
salvaje por compartir lo que en realidad no somos, dejando para nuestro momento
a solas lo que en verdad tratamos de ser, fingiendo que comprendemos lo que
jamás hemos sentido, hablando dialectos de mundos en los que nunca hemos puesto
un pie, anunciando que fuimos capaces de ver las nubes de un cielo que no
existe; oh -gritó rozagante- que solitaria es está forma de estar solo en la
que ni la misma soledad se asoma, que furtiva e infranqueable resulta ser la
pregunta que embriaga, que caótico y majestuoso termina siendo ese momento en
el que hasta los pensamientos te abandonan; ¿en realidad no estamos solos o
somos más solos de lo que estamos? -meditó ésta pregunta una y otra y otra vez
mientras miraba por la ventana-, seremos acaso una obra de arte esculpida por
el diablo, seremos sólo una causa azarosa que no tiene final sin principio,
seremos acaso el vómito en donde se ahogan las penas de cosas que no existen;
será necesario buscar la bonanza en otro que piensa lo mismo pero que nunca lo
dice, por temor o cobardía o por simple y llana apatía; ¿es eso lo que
queremos, un ser incapaz de ver su soledad poblada, ahí es dónde trataremos de
abarrotar nuestras desgracias y consumar nuestra dicha?; ay - bramó hasta
desgañitarse- que infortunio sufren los seres cuando se preguntan si están
solos, quizá deberían abrazar su soledad y después morir.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
lunes, 5 de noviembre de 2012
TERCERA PERSONA
Tropezó de pronto su soledad y la de él
casi cómo si se conocieran de otrora ocasión
se buscaron entre el tumulto de pasos y luces
uniéndose por las yemas de sus nostalgias
por la mirada de sus insomnios
hablándose con el humo de sus bonanzas
tocándose con sus raídos crepúsculos.
Volverán entonces las sonrisas desfiguradas
de dos corazones que se perderán buscando
que se encontrarán fingiendo
disimularán las noches sin luna dibujando desnudos por el cielo
sus manos inventarán un nuevo lenguaje limpio y sin traiciones
serán una piel, dos espaldas y medio ser
habitarán su futuro imaginario sin saber que pronto será maleza
nada los desairará aunque les esté lloviendo sobre mojado
se sentarán cómodos en el sofá de sus anhelos
les hervirá la sangre de una manera poco suntuaria
se sentirán optimistas, eufóricos y nutridos
guardarán con celo su amor como piratas el botín
no verán el hastío que crece en sus manos
el desmonte de lágrimas
el cúmulo de pasión
serán dos rostros vivos hallados en la espera
y sus ojos siempre tendrán algo que mirar.
Y después de que ellos mismos se segreguen
y maten a tientas sus esperanzas
repintándose en el espejo sus penas
juntando en el eco sus sollozos
dejarán de ser luz verde
y ella volverá a sus penumbras
que le amodorrarán el pecho
en el que invernará su cielo
se preguntará si de nuevo tendrá que dejar reposar a sus silencios
si vale como las otras o si será bueno buscar un atajo en su azotea
volverá a su soledad solitaria de memorias
aprenderá de nuevo el alfabeto
y la furia sin alertas
y él retará a muerte al viento
infatigable bordeará su delirio
fabricando nuevos cantares
juntando nuevas estrellas
se preguntará si ella siente la misma friolera
si podrá ser de nuevo fuerte como un imán
si defenderá de nuevo la causa por la que ahora se aniquila
si se empecinará de nuevo en desesperar la esperanza.
Sin embargo en un segundo
en un parpadeo que no termina de cerrar
en una partida que culmina antes de que se juegue
serán otra vez dos tímidas nostalgias
que tropezarán de nuevo
con la soledad de un aquel
con la soledad de una aquella.
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