jueves, 9 de diciembre de 2010

INTOCABLE

Dulce corazón que te dice que estás desnudo,
y en el cielo que es la tierra y la tierra que es el mar,
uno se busca en el duro saber del milagro dulce de la muerte,
dulce como las aguas que calman la sed de uno mismo,
tan dulce que no empalaga y tan amargo que encierra el sabor,
olvidamos encontrar lo que no buscamos y andamos dándonos a cada rato,
algunos viven al día esperando nada y sabiendo que no lo encontrarán,
vacíos de una pierna a otra caminamos contando pasos,
urge que la dulce luna de mi armario me susurre una que otra metáfora de leche,
que las estrellas que guardo en el baúl floten en el cielo negro de mi techo,
dulce amor que sonríe desengañado y que me engaña con la fórmula mágica de sus infiernos,
éstos ojos emplumados e imperfectos no encuentran parques donde anidar,
que nostalgia tengo de ti dulce amor dulce aún cuando no estás ausente,
oh encorvado y puteado amor,
no tengo más que ofrecerte que cigarros y paletadas de dulces ósculos,
dulce amor virgen que no conoces temblor de miradas o mansedumbre de palabras,
casto, limpio y sellado amor,
serás tan intocable como la niebla y tan fugaz como el dulce hálito que de sus labios se desprenda.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

PERDIDO

Entre mundos se ve la sombra de mi sueño,
anclando en playas distantes de paraísos perdidos se puede contemplar a mi respiración que desnuda se bebe los cristales de las olas,
los ángeles ya no me cuidan de la tempestad y las mariposas se convierten en serpientes,
ya es tarde, en mis aguas y mis cielos anida la silueta de donde no puedo estar,
el caudal que cuidaba mis labios se esfumó dejando a la deriva mis besos,
el faro se apagó y los barcos que transportaban mis ganas naufragaron en el mar de los delirios,
muy de mañana, el alma duele y las entrañas se calcinan,
el aroma de las piedras que provocan mi tropezar se convierte en tórridas corrientes,
los lirios de mis sueños han logrado mis rodillas alcanzar,
en el crepúsculo, bajarán mis manos a las hondonadas de los arroyos de la piel sórdida,
a la par de las rosas de primavera mi infinito placer de encontrar a la persona amada se marchita,
y espero, quizá el regreso, quizá el tiempo o quizá el último beso,
o simplemente encontrar un lugar en donde mi corazón vea llover sin mojarse.