miércoles, 29 de abril de 2009

TU Y ...

Te he mirado sin mirarte, te he soñado sin dormir, he imaginado cada uno de tus dulces gestos mientras desmenuzas mis palabras escritas sobre pétalos de luz y color, te he observado sin que que te des cuenta, he contemplado atónito cada una de las granadas que le han cercenado los brazos a mi esperanza, esperanza loca, esperanza construida sobre letras, sobre una imagen, sobre lo que sé pero sobre todo en lo que quisiera saber, de lugares mágicos y misteriosos sobre los que han andado tus pies cansados pero inmaculados, me gustaría poder llevarte al jardín de la locura, en dónde todos los sueños se hacen realidad, en donde los miedos, la precaución en la palabras y el temor al infinito y maravilloso amor se desvanezcan ante vuestros ojos... pero sé, que a pesar de lo que diga, de lo que haga y de lo que sueñe esto quizá no pueda ser, y no será no por que yo no lo desee con tanta fuerza, ni por que el cosmos no me lo permita, si no por que tú, estrella de la noche del mar, no lo imagina, no lo cree, no lo mira, y no se si es por la frialdad de tu espíritu, no se si sea la cordura de tu alma o la desesperación de tu corazón por no ser yo él que realmente quisieras, eso no lo se, y no lo se no por que no quiera, si no por que no me atrevo a decirlo, no me atrevo a tatuar esas palabras en mi ser, tengo miedo, miedo de que sea solo un espejismo, una estrella fugaz, quizá el día llegará, quizá esto nunca sucederá, no lo se, no lo quiero saber, no me importa, si me importa, lo veo, no lo tengo, lo anhelo, no lo toco, lo persigo, lo imagino, solo lo contemplo, ahí esta, no esta, sé que es duro ponerle el pecho a las balas del desamor, sé que es amargo el sabor del cáliz, se que la vida no es justa, se que las cosas que quieres no son como las quieres, se que no puedo arreglar nada de eso, no puedo hacer que la hoja marchita regrese a la plenitud de la copa del árbol, se que no puedo quitarle lo salado al cristalino mar, pero algo si se, que lo intentaré, no se como, no se el cuando, pero algún día lo haré, a sabiendas de que en el camino puedo dejar de mirarte, de contemplarte, de sentir cada una de esas miradas penetrantes a través de la nada y que puedo perder para siempre la oportunidad de seguir contemplando tu sonrisa, dulce sonrisa que embriaga, que desborda dicha y desdicha, poderosa mirada, en donde se desprende el rencor y la desdicha, en donde se esconde la magia y el infortunio.

lunes, 27 de abril de 2009

EL CASTIGO

No se lo que estoy pagando, no se lo que el destino y la vida me están cobrando, solo se que siempre traté de ser lo que realmente soy y no una marioneta de este mundo insípido y desgarrador, en donde la mentira y el adulterio tienen la mayor condecoración, en donde no puedes encontrar un solo sentimiento cargado de magia y misterio, no se por que me toco esta carga tan pesada, no se por que la vida me esta poniendo tantas y tantas murallas en el camino de mi dicha, no se por que te fuiste, no logro entenderlo, no lo puedo imaginar, se que me brinde todos los días, se que pude haber hecho más y que no lo hice, quizá ahí radica mi castigo, quizá en el hecho de no haber realizado todas las cosas que quería, no las hice por cobarde, por temerle a la soledad, a la arrogante pero muchas veces dulce soledad, esa que se esconde en el borde de la puerta mientras tienes la luz encendida y que cuando la apagas se escurre como agua en el peñasco, esa que te inunda los sueños y te marchita la vida, esa que te deja solo contigo mismo para que te lastimes, para que te conozcas, para que realmente mires el espejo del baño y compruebes que el tiempo sigue pasando, me dejaste, te fuiste, escapaste de esto que era hermoso pero turbulento, abandonaste el barco de nosotros para abordar el crucero de ti misma, rompiste mi alma, desgarraste mi espíritu, mataste al ser en el que me convertí para ti y por mi, derrumbaste los castillos de sueños y promesas, aniquilaste las risas, degollaste a las miradas, le arrancaste los pies a los te quiero... hoy, cuatro cirios hacen guardia de honor a un ataúd y en el se encuentra el cadáver del amor que un día te dí, que soledad, que dolor, los cuatro cirios están de luto por mi corazón, y tu castigo será vagar como una sombra y que nadie te ame como yo será tu maldición, por que sabes cariño mio, nadie mata sin castigo y tu aniquilaste mi corazón.